

Gabriela González

Nacida en Córdoba, el 24 de febrero de 1965, es una física, investigadora y profesora argentina. Es conocida mayormente por sus contribuciones en la investigación sobre ondas gravitacionales, y por ser la portavoz del proyecto de investigación de ondas gravitacionales LIGO. Realizó los estudios superiores en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (FAMAF) en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) en la que se licenció en 1988. Siempre estuvo vinculada a la FAMAF, de hecho, fue presidente del centro de estudiantes y siempre mantuvo un contacto permanente a nivel científico con ella. Según Gabriela, se unió a la familia de la física porque creía que esa ciencia podía responder todas las preguntas, pero más tarde se dio cuenta de que la física no tiene una respuesta para todo, sino que crea más preguntas que respuestas. Posteriormente, se asentó en Estados Unidos para estudiar en la Universidad de Siracusa (en 1989 bajo la tutela de Peter Sawlson), donde obtuvo su doctorado en 1995, y se especializó en el MIT, donde luego trabajó como investigadora al igual que en la Universidad Estatal de Pensilvania. Antes de viajar a Estados Unidos, comenzó una relación con el físico Jorge Pullin, con el cual contrajo matrimonio. Jorge se licenció en el Instituto Balseiro, es físico al igual que Gabriela pero en la universidad de Luisiana como profesor de la cátedra de Física y se dedica también al estudio de la física cuántica. Por el momento, no tienen hijos. Es miembro pleno (no internacional) de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, ya que tiene la ciudadanía estadounidense. En febrero de 2016 fue una, de los cuatro científicos de LIGO que anunciaron la primera observación ondulatoria gravitacional, detectada en septiembre de 2015, los otros tres fueron David Reitze, Rainer Weiss y Kip Thorne. González considera que “la ciencia irá mucho mejor cuando tengamos tantas mujeres como hombres” y cree que eso ocurrirá cuando caigan los mitos sobre los físicos y los genios, que alejan a las mujeres de la investigación, y se reconozca que en la profesión trabaja gente normal con vidas normales.