

Henrietta Leavitt

Nuestra visión de un universo estático formado por una sola galaxia cambió de manera radical, dando lugar a la visión moderna de un universo en expansión, en solo 10 años y gracias al trabajo de una astrónoma La historia de Leavitt es desconocida para el gran público. No figura en muchos libros, ni es conocida a pesar de haber sido una mujer que hizo descubrimientos importantes en un mundo de astrónomos, tradicionalmente "solo de hombres". Leavitt nació en Lancaster, Massachusetts, Estados Unidos, en 1868. Se graduó a los 24 años en lo que ahora es el Radcliffe College, una universidad para mujeres asociada a Harvard. Inmediatamente después sufrió una terrible enfermedad que le provocó una profunda sordera. Cuando se recuperó, comenzó a trabajar como voluntaria en el Observatorio del Harvard College. Allí un grupo de mujeres, llamadas literalmente «calculadoras» (Computadoras de Harvard) realizaban tareas relativamente mecánicas, como examinar meticulosamente placas fotográficas o hacer tediosos cálculos (de ahí su denominación). Cuando la contrataron a tiempo completo trabajaba 6 días a la semana, 7 horas al día, por 25 centavos la hora. Dada la época, este trabajo de astronomía era poco reconocido y valorado, y generalmente eran los supervisores quienes se llevaban todo el mérito. En este caso, el trabajo de Leavitt quedó literalmente eclipsado al ser atribuido a sus superiores, Edward Pickering y especialmente Edwin Hubble que, según sus biógrafos, era poco dado al trabajo en equipo. A pesar de ello, pronto se ganó muy buena reputación entre el personal cualificado del observatorio. Margaret Hardwood la describió como "la mejor mente del observatorio". Los grandes descubrimientos científicos a veces tienen sus orígenes en el análisis detallado de datos aburridos y repetitivos, y en el caso de Henrietta Leavitt ciertamente que así fue. En el estudio de todas las placas fotográficas que analizaba, observó cierto patrón en el comportamiento de un tipo de estrellas variables llamadas Cefeidas, ya que estas se hallaban en la constelación de Cefeo. Leavitt publicó en 1912 un trabajo original en el que explicaba que según sus datos esas estrellas palpitaban con un ritmo regular y tenían una mayor luminosidad intrínseca cuanto más largo era su periodo, lo cual parecía suceder de una forma bastante predecible.