Av. 22 de Octubre 630, Chivilcoy info@parquecielosdelsur.com.ar
portada
 

Historias puestas en el cielo

Segunda parte

 

 

Desde el nacimiento del Hombre, el eterno cielo estrellado ha sido siempre su fiel acompañante, nuestros antepasados gozaron de las noches estrelladas, y de las historia puestas en el cielo que afloraban hasta en la poesía épica, por ejemplo Homero (siglo VIII a.C.), en el Canto XVIII de la Ilíada, hace una pausa en su narración de las batallas para describir literariamente el escudo de Aquiles, salido de la forja de Hefesto (Hephaistós), a petición de la nereida Tetis: “(478) Hizo lo primero de todo un escudo grande y fuerte, de variada labor, con triple cenefa brillante y reluciente, provisto de una abrazadera de plata. Cinco capas tenía el escudo, y en la superior grabó el dios muchas artísticas figuras, con sabia inteligencia. (483) Allí puso la tierra, el cielo, el mar, el sol infatigable y la luna llena; allí las estrellas que el cielo coronan, las Pléyades, las Híades, el robusto Orión y la Osa, llamada por sobrenombre el Carro, la cual gira siempre en el mismo sitio, mira a Orión y es la única que deja de bañarse en el Océano. (490) Allí representó también dos ciudades de hombres dotados de palabra....” Del conjunto de tradiciones, cuentos, leyendas y narraciones orales o escritas que se relacionan con el cielo y que involucran divinidades, personas, animales reales o fantásticos elegimos compartir los siguientes:

Esfera Celeste
 

 
Casiopea
Casiopea
Cassiopeia IAU

Cefeo
Cefeo
Cepheus IAU

Andrómeda
Andrómeda
Andromeda IAU

Cetus
Cetus
Cetus IAU

Perseo
Perseo
Perseus IAU

Pegaso
Pegaso
Pegasus IAU

La Ballena en la Mitología Griega

Casiopea era la madre de Andrómeda y esposa de Cefeo, rey de Etiopia, una mujer hermosa que se jactaba de serlo, incluso delante de las Nereidas (sirenas). Estas se enfurecieron y dirigieron sus quejas ante su protector, Poseidón, el poderoso dios de los mares, y él en respuesta envió a un monstruo marino de nombre Cetus a las costas del país causando grandes males a sus habitantes.

El esposo de Casiopea, el rey Cefeo, envió un mensajero al Oráculo, pero éste le reveló que sólo el sacrificio de su hija Andrómeda, podría apaciguar al dios de los mares. Andrómeda debía ser encadenada a las rocas del mar, donde sería devorada por el terrible monstruo marino Cetus.

Con todo el dolor de su corazón, Cefeo y Casiopea, acompañaron a Andrómeda hasta las rocas, y allí la encadenaron y aguardaron el fatal desenlace. Pero quiso la providencia que en ese momento surcara el cielo el héroe Perseo montado en su elegante caballo alado Pegaso y vislumbró una imagen blanca junto a unos acantilados.

Se aproximó hasta allí lleno de curiosidad, y vio que se trataba de una joven encadenada a la orilla del mar. Al llegar a la altura de ésta le preguntó por las causas de tan cruel tratamiento. La doncella respondió angustiada: "Soy la hija de Cefeo, rey de Etiopía, y mi madre es Casiopea, la reina de los hermosos cabellos. A mí me llaman Andrómeda, y estoy aquí atada para ser comida por el monstruo marino a fin de poder expiar así unas palabras imprudentes y vanidosas que ha proferido mi madre.

Perseo se quedó al instante prendado de la belleza de Andrómeda y decidió bajar a socorrerla. En ese momento un terrible y amenazador ruido anunció la llegada del terrible monstruo Cetus. A su paso, los mismísimos peces, despavoridos, se afanaban por escapar del agua y Andrómeda no pudo más que gritar horrorizada al descubrir su terrible destino.

Rápidamente, Perseo se lanzó contra el poderoso monstruo y le atravesó con su espada. Forcejeó con él hasta que la bestia se hundió muerta entre las aguas, y así alejado el peligro, Perseo pudo rescatar a la bella Andrómeda, con la que luego se casó.

El grande y poderoso Zeus, padre de todos los dioses, quedó conmovido por la historia y elevó al cielo a sus protagonistas donde permanecen en forma de constelación.