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Historias puestas en el cielo

Cuarta parte

 

 

Desde el nacimiento del Hombre, el eterno cielo estrellado ha sido siempre su fiel acompañante, nuestros antepasados gozaron de las noches estrelladas, y de las historia puestas en el cielo que afloraban hasta en la poesía épica, por ejemplo Homero (siglo VIII a.C.), en el Canto XVIII de la Ilíada, hace una pausa en su narración de las batallas para describir literariamente el escudo de Aquiles, salido de la forja de Hefesto (Hephaistós), a petición de la nereida Tetis: “(478) Hizo lo primero de todo un escudo grande y fuerte, de variada labor, con triple cenefa brillante y reluciente, provisto de una abrazadera de plata. Cinco capas tenía el escudo, y en la superior grabó el dios muchas artísticas figuras, con sabia inteligencia. (483) Allí puso la tierra, el cielo, el mar, el sol infatigable y la luna llena; allí las estrellas que el cielo coronan, las Pléyades, las Híades, el robusto Orión y la Osa, llamada por sobrenombre el Carro, la cual gira siempre en el mismo sitio, mira a Orión y es la única que deja de bañarse en el Océano. (490) Allí representó también dos ciudades de hombres dotados de palabra....” Del conjunto de tradiciones, cuentos, leyendas y narraciones orales o escritas que se relacionan con el cielo y que involucran divinidades, personas, animales reales o fantásticos elegimos compartir los siguientes:

Esfera Celeste
 

 
Ophiuchus
Ofiuco
 

 
Ophiuchus IAU
 

Historia de Ofiuco

Según la mitología griega, en un lugar del cielo hay un hombre sosteniendo a una serpiente, se trata de Asclepio y esta es su historia: Cuenta la leyenda que Apolo (dios del Sol) sorprendió a la mortal Corónide, bañándose desnuda en un lago y, perdidamente enamorado, la dejó embarazada de quien luego sería Asclepio. Corónide era la hija del rey Flegias y este la obligó a casarse con su novio de siempre, Isquis. El cuervo, que era el animal que informaba a Apolo de las cosas que pasaban en la tierra, y que entonces tenía un plumaje totalmente blanco, le contó la supuesta traición de su amada y Apolo de la furia que sintió lo maldijo, por lo que el cuervo se volvió negro para toda la eternidad.

El vengativo dios solar convenció a su hermana Artemisa (diosa de la caza) de que la matara para castigar su infidelidad. Más tarde, en el momento en que su cuerpo iba a consumirse en la pira funeraria, Apolo arrancó al feto del cadáver de su madre y confió su hijo al centauro Quirón, quien lo educó y le enseñó las artes de la medicina y de la caza.

Los conocimientos médicos los recibió de su padre que era también dios de la salud. Asclepio puso esta ciencia al servicio de los hombres, por lo que fue objeto de un culto fervoroso durante toda la antigüedad. Millares de enfermos acudían cada día a sus santuarios buscando alivio para sus males. En su trayectoria como sanador llegó incluso a resucitar a los muertos, entre ellos a Hipólito, el hijo de Teseo. Para ello utilizó la sangre del flanco derecho de Medusa, regalo de Atenea, que era la que daba la vida (la sangre del flanco derecho de Medusa daba la vida mientras que la del flanco izquierdo ocasionaba la muerte debido a un potente veneno.)

También resucitaría a Capaneo, Licurgo y Tindareo, Glauco y hasta al conocido cazador Orión. Zeus, ante las quejas de Hades, dios de los muertos, y para evitar que el orden del mundo se alterase con los poderes de Asclepio, decidió fulminarlo con un rayo. Apolo vengó a su hijo matando a los cíclopes, hijos de Zeus y encargados de fabricarle los rayos con los que podía asesinar a voluntad.

Asclepio, sin embargo, no fue precipitado al Tártaro después de su muerte (si te condenaban al Tártaro caías para siempre en el olvido), sino que le fue devuelta la vida, con lo que se cumplió una profecía hecha por Euipe, hija del centauro Quirón (predijo que aquel niño renovaría sus destinos dos veces y que muriendo semidiós, sería convertido en dios), e incluso le fue concedida la inmortalidad, convirtiéndose en la constelación llamada Ofiuco.

Nota: En muchos lugares se lo representaba como un hombre de larga barba al igual que Zeus, pero con aspecto benigno. Sus atributos eran el báculo y una serpiente enredada en él. En algunas representaciones aparecía un perro tumbado a sus pies. También solía llevar tablas para escribir, emblema de la ciencia médica.