
Historias puestas en el cielo
Tercera parte
Desde el nacimiento del Hombre, el eterno cielo estrellado ha sido siempre su fiel acompañante, nuestros antepasados gozaron de las noches estrelladas, y de las historia puestas en el cielo que afloraban hasta en la poesía épica, por ejemplo Homero (siglo VIII a.C.), en el Canto XVIII de la Ilíada, hace una pausa en su narración de las batallas para describir literariamente el escudo de Aquiles, salido de la forja de Hefesto (Hephaistós), a petición de la nereida Tetis: “(478) Hizo lo primero de todo un escudo grande y fuerte, de variada labor, con triple cenefa brillante y reluciente, provisto de una abrazadera de plata. Cinco capas tenía el escudo, y en la superior grabó el dios muchas artísticas figuras, con sabia inteligencia. (483) Allí puso la tierra, el cielo, el mar, el sol infatigable y la luna llena; allí las estrellas que el cielo coronan, las Pléyades, las Híades, el robusto Orión y la Osa, llamada por sobrenombre el Carro, la cual gira siempre en el mismo sitio, mira a Orión y es la única que deja de bañarse en el Océano. (490) Allí representó también dos ciudades de hombres dotados de palabra....” Del conjunto de tradiciones, cuentos, leyendas y narraciones orales o escritas que se relacionan con el cielo y que involucran divinidades, personas, animales reales o fantásticos elegimos compartir los siguientes:



Piscis, Historia de Dos Peces
Los antiguos quisieron ver en una reunión de estrellas la silueta de dos peces unidos por las colas. Pisces, es el plural del nombre latino que significa “pez”. La estrella principal es α Piscium o Al Rischa, que significa “la cuerda” y la mitología griega dice que la Titánide Rea estaba irritada con su hijo Zeus por la muerte de su esposo Crono y sus otros hijos, los Titanes.
Su venganza consistió en yacer con Tártaro, dios de los infiernos, y concebir al monstruo Tifón, el más gigantesco de todos: su cabeza tocaba el cielo, su envergadura abarcaba de oriente a occidente, sus dedos eran cien cabezas de serpientes, sus ojos escupían fuego y producía ruidos espantosos.
Tifón empezó a perseguir a los dioses del Olimpo, quienes para despistarlo huyeron a Egipto tomando formas animales: Zeus se transformó en macho cabrío, Apolo en cuervo, Dioniso en cabra, Hera en vaca, Ártemis en gato, Ares en oso, Hermes en ibis... La diosa Afrodita, que había nacido de la espuma del mar, y su hijo Eros se transformaron en peces y huyeron nadando con las colas atadas para no separarse.
De ahí que se les represente en el cielo como dos peces, con las aletas caudales sujetas por una cuerda en la estrella principal de la constelación. Finalmente, Zeus se enfrentó a Tifón y tras una feroz batalla, le hizo huir hasta Sicilia. Allí lo aplastó lanzando sobre él una montaña entera: el Etna, convertido en volcán desde entonces como prueba de que encierra semejante monstruo en su interior.